Como en cualquier momento de la historia de los negocios, existen tendencias. Hoy estamos frente a una que ha crecido en gran medida gracias a la comunicación masiva a través de plataformas como Instagram y TikTok.
Todos hemos visto esos videos recorriendo cafeterías "aesthetic" en las que nos sentimos tan a gusto que quisiéramos asistir todos los días o, mejor aún, tener una propia. Esto también llama la atención de un montón de personas que observan la gran demanda que tienen esas cafeterías hoy en día y lo ven como una gran oportunidad de negocio.
El problema con ambos escenarios es que ninguno se basa en construir un concepto sólido. Incluso, algunos optan por una temática en lugar de un concepto (aquí un post donde hablamos de las principales diferencias). Llegamos a este punto en el que, sin importar a qué ciudad del país vayamos, las cafeterías son genéricas porqué se ven exactamente iguales tanto en identidad gráfica, nombre, interiorismo y oferta de productos.
Esto responde, por supuesto, a seguir al 100% lo que el mercado les pide. Sin embargo, la realidad es que la gran mayoría de estos lugares terminan cerrando en un periodo no mayor a dos años, principalmente por factores externos como el cierre de puntos de encuentro cercanos (escuelas, oficinas, etc.), o incluso por la apertura de nuevos lugares de moda que literalmente se ven iguales a ellos, pero con el impulso de ser el "nuevo lugar de moda".
Entonces, ¿cómo evitar que esto siga pasando? La respuesta, aunque muy sencilla de entender, es difícil de aplicar: crea algo que responda a lo que tú quieres y deja de lado a los demás.
Estamos entrando en una época en la que las personas van a valorar cada vez más los lugares que se sienten auténticos, únicos y que, sobre todo, no le dicen "sí" a todo. Como ejemplo, tenemos cafeterías en las que hoy en día ya no puedes asistir con tu computadora o que tienen un menú reducido y optan por no vender ciertos productos.
Estas decisiones responden al deseo de ofrecer algo con una identidad mayor, sincera y fiel a sus creencias, buscando también proporcionar un servicio más dedicado y atento, donde se fomente la plática y el intercambio de ideas. En estos espacios, las computadoras no tienen tanto lugar, precisamente porque se prioriza la interacción humana.
Aunque pueda parecer contrario a la demanda, recordemos que esto es una apuesta a largo plazo, en la que vamos a enamorar lentamente a nuestros clientes, y eso nos blindará para cualquier factor futuro. Incluso, ya no será necesario tener el lugar más caro y visible, sino hacer que nuestros clientes reales nos encuentren dondequiera que estemos.
¿Qué harás tú para asegurarte de que tu cafetería no sea una más en la multitud?
Gracias por recordarnos la esencia real de las marcas y gracias por invitarnos a ver más allá de nuestra perspectiva. ¡Un abrazo!